domingo, 11 de mayo de 2014

Don Álvaro o la fuerza del sino.

Don Álvaro o la fuerza del sino. Jornada III.

La jornada III, tras el enfrentamiento que mantiene don Carlos con los oficiales que intentan engañarle, nos muestra en la escena III un soliloquio de don Álvaro. En esta intervención, el protagonista expresa la angustia que le supone la vida y se queja del terrible destino que le acecha. De igual manera, dice mediante un oxímoron, que la vida es muy larga para él, que sufre. Esto nos avanza el triste final del héroe romántico. También se queja de su nacimiento, pues a medida que los problemas y dramas de la vida se van sucediendo, esta parece hacerse cada vez más larga y eterna. En este monólogo encontramos algunas reminiscencias al personaje calderoniano de Segismundo de La vida es sueño.

Don Álvaro se lamenta porque no puede ver a su amada, doña Leonor, a pesar de que la busca por doquier. El dolor vital de don Álvaro llega hasta el extremo que afirma que solo gozó de un día de placer, el día de su nacimiento. El protagonista nos desvela algunos rasgos de su procedencia en este monólogo que no conocíamos hasta ahora. Dada su condición de indiano, don Álvaro explica que posee un temperamento amoroso y ambicioso.

Don Álvaro implora a Leonor, pues cree que está muerta. Aquí, de nuevo, aparece una referencia a otra obra contemporánea como es Don Juan Tenorio. Esta vez don Álvaro se lamenta por la carga que le supone su existencia al verse separado de su amada y llora en su sepultura, al igual que le dice don Juan a doña Inés. A don Álvaro ya nada le importa, solo desea su muerte. De nuevo van a aparecer indicios que conducen el drama hasta su final más trágico.



Tras el incidente de don Carlos con los oficiales que intentaron engañarle en el juego, aparece de nuevo don Álvaro en escena socorriendo así al hermano de doña Leonor. Don Carlos no muestra su verdadera identidad y se esconde tras la de don Félix de Avellaneda, nombre inspirado en la novela cervantina La ilustre fregona, al igual que otros tantos en este drama. Don Álvaro hace lo mismo y se presenta como don Fadrique de Herreros. Esta técnica teatral, denominada dolus o engaño, sirve para hacer referencia a una suplantación de personalidad o de la identidad de otro personaje; en este caso se trata de un desdoblamiento de un mismo personaje. Es una técnica que aparece ya desde Plauto y se trata de una técnica metateatral. También se puede llamar a este mecanismo ironía situacional, que se lleva a cabo para sorprender al lector o espectador, en el que el personaje no es quien creíamos que era o toma otra identidad, si bien es cierto que esto último es más propio del teatro hispanoamericano.

Tras ser herido de bala, don Álvaro se desmaya al escuchar el nombre de Calatrava, una orden militar, de la boca de don Carlos. Este empieza a sospechar por qué tiembla don Álvaro al oír tal nombre. Don Álvaro, temiendo la muerte, le pide a su amigo don Carlos  que coja de su bolsillo la llave que abre una caja que se encuentra en su maleta. Le pide que en el momento de su muerte, coja los papeles que se guardan en ella y los queme sin abrirlos. Don Carlos no duda entre la amistad que profesa a su amigo que le ha salvado la vida y se deja llevar por su sed de venganza y hurga en la maleta de don Álvaro. Allí encuentra una caja pequeña en cuyo interior se encuentra un retrato de su hermana Leonor. Don Carlos ya no tiene dudas al respecto, conoce la verdadera identidad de don Álvaro. La jornada III concluye con el deseo de don Carlos de que don Álvaro siga vivo para darle muerte él mismo. 


José Luis Braulio Benítez.

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