lunes, 22 de septiembre de 2014

El conmovedor final de Don Juan Tenorio



Cinco años después de matar al  Comendador y a Don Luis, Don Juan Tenorio vuelve de su exilio.  Al regresar descubre que junto a la tumba de Don Luis y el Comendador también está la tumba de Doña Inés.
Don Juan ha sido toda su vida un ser sin escrúpulos, al que no le ha importado usar a las mujeres a su antojo. El amor verdadero llegó a su vida con Doña Inés pero su parte inescrupulosa lo obligó a renunciar ella. Al volver ya Doña Inés ha muerto  y con ella toda oportunidad de salvación...o no.

Al morir, Doña Inés entrega su alma a Dios con la condición de que salve el alma de Don Juan, por lo que Dios deja la sentencia de Doña Inés pendiente del regreso de Don Juan. La Inocente Doña Inés está convencida que Don Juan recapacitará y se arrepentirá de todos sus pecados.
Al final de la obra, tal y como Doña Inés esperaba Don Juan acaba por arrepentirse de todo lo malo que ha hecho y asciende al cielo junto con su amada, no sin antes verse a las puertas del infierno.
Don Juan va cambiado su personalidad a lo largo de la obra, de un malhechor y burlador de mujeres a un completo enamorado de Doña Inés, un amor que aunque al principio fuera meramente sexual debido a la belleza de la joven, acaba por convertirse en un amor espiritual que perdura más allá de la muerte, un amor que ha sido capaz de librarlo del mismísimo infierno. 

Como no podía ser de otra manera Don Juan es perdonado por Dios, lo que nos hace pensar que la obra tiene un trasfondo religioso, además de un tema crucial que es el amor.
En el siglo XIX, época del Romanticismo en España, el teatro adquiere nuevas características entre ellas el amor pasional que siempre va en contra de las reglas sociales y por ello suele acabar en tragedia. Por el contrario la obra de José Zorrilla no acaba en tragedia sino que Don Juan es personado y ascendido a los cielos.
La muerte suele ser  la liberación para los personajes, tal y como podemos ver en Don Juan Tenorio.

Otro tema importante en el Romanticismo que podemos vislumbrar en esta obra es la compasión, que en esta ocasión se obtiene por medio del amor. La obra no está escrita solo para entretener o educar si no para conmover al público. El público al principio odiar al protagonista pero acabará por entenderlo y conmoverse de él.
En definitiva, la obra de Zorrilla nos traslada a una Sevilla misteriosa en la que siempre es de noche para hacernos ver que el amor espiritual es más importante que el carnal y es capaz de todo, incluso de salvar nuestra alma.

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