Don Álvaro o la fuerza
del sino. Jornada III.
La
jornada III, tras el enfrentamiento que mantiene don Carlos con los oficiales
que intentan engañarle, nos muestra en la escena III un soliloquio de don
Álvaro. En esta intervención, el protagonista expresa la angustia que le supone
la vida y se queja del terrible destino que le acecha. De igual manera, dice mediante
un oxímoron, que la vida es muy larga para él, que sufre. Esto nos avanza el
triste final del héroe romántico. También se queja de su nacimiento, pues a
medida que los problemas y dramas de la vida se van sucediendo, esta parece
hacerse cada vez más larga y eterna. En este monólogo encontramos algunas
reminiscencias al personaje calderoniano de Segismundo de La vida es sueño.
Don
Álvaro se lamenta porque no puede ver a su amada, doña Leonor, a pesar de que
la busca por doquier. El dolor vital de don Álvaro llega hasta el extremo que
afirma que solo gozó de un día de placer, el día de su nacimiento. El
protagonista nos desvela algunos rasgos de su procedencia en este monólogo que
no conocíamos hasta ahora. Dada su condición de indiano, don Álvaro explica que
posee un temperamento amoroso y ambicioso.
Don
Álvaro implora a Leonor, pues cree que está muerta. Aquí, de nuevo, aparece una
referencia a otra obra contemporánea como es Don Juan Tenorio. Esta vez don Álvaro se lamenta por la carga que
le supone su existencia al verse separado de su amada y llora en su sepultura,
al igual que le dice don Juan a doña Inés. A don Álvaro ya nada le importa,
solo desea su muerte. De nuevo van a aparecer indicios que conducen el drama
hasta su final más trágico.
Tras
el incidente de don Carlos con los oficiales que intentaron engañarle en el
juego, aparece de nuevo don Álvaro en escena socorriendo así al hermano de doña
Leonor. Don Carlos no muestra su verdadera identidad y se esconde tras la de
don Félix de Avellaneda, nombre inspirado en la novela cervantina La ilustre
fregona, al igual que otros tantos en este drama. Don Álvaro hace lo mismo y se
presenta como don Fadrique de Herreros. Esta técnica teatral, denominada dolus o engaño, sirve para hacer referencia a una suplantación de personalidad o de la identidad de otro personaje; en este caso se trata de un desdoblamiento de un mismo personaje. Es una técnica que aparece ya desde Plauto y se trata de una técnica metateatral. También se puede llamar a este mecanismo ironía situacional, que se lleva a cabo para sorprender al lector o espectador, en el que el personaje no es quien creíamos que era o toma otra identidad, si bien es cierto que esto último es más propio del teatro hispanoamericano.
Tras
ser herido de bala, don Álvaro se desmaya al escuchar el nombre de Calatrava,
una orden militar, de la boca de don Carlos. Este empieza a sospechar por qué
tiembla don Álvaro al oír tal nombre. Don Álvaro, temiendo la muerte, le pide a
su amigo don Carlos que coja de su
bolsillo la llave que abre una caja que se encuentra en su maleta. Le pide que
en el momento de su muerte, coja los papeles que se guardan en ella y los queme
sin abrirlos. Don Carlos no duda entre la amistad que profesa a su amigo que le
ha salvado la vida y se deja llevar por su sed de venganza y hurga en la maleta
de don Álvaro. Allí encuentra una caja pequeña en cuyo interior se encuentra un
retrato de su hermana Leonor. Don Carlos ya no tiene dudas al respecto, conoce
la verdadera identidad de don Álvaro. La jornada III concluye con el deseo de
don Carlos de que don Álvaro siga vivo para darle muerte él mismo.
José Luis Braulio Benítez.
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