Interpretación del final de la obra de Don Juan Tenorio y su singularidad como drama romántico.
La
interpretación acerca del final de la obra de Don Juan Tenorio sigue siendo muy controvertida. A lo largo de la
obra observamos cómo el amor que don Juan manifiesta por doña Inés va
evolucionando para pasar, en primer lugar de un amor por la belleza física,
luego a un amor por el alma virtuosa de doña Inés, para acabar en un amor
divino. Don Juan, que en todo momento se
muestra incrédulo y desafiante, aparece al final de la obra aterrorizado por la
ira de Dios al que le pide misericordia y salvación.
En
la primera parte don Juan se muestra desafiante y cínico ante Luis Mejía, al
que reta en presencia de los padres de ambos. Sus palabras muestran a un don
Juan frívolo, para el que el amor solo supone un juego. Al principio don Juan
es un ser desalmado, es el típico burlador. Al final del primer acto no queda
la menor duda de que don Juan es el típico truhán tras apostar que conquistaría
a doña Inés solo porque es una novicia y no está entre su lista de fechorías.
Cuando
don Juan comprueba la belleza de doña Inés, la apuesta pasa a un segundo plano
y lo que le importa ahora verdaderamente es el amor como sentimiento elevado y
refinado. Vemos, pues, la primera transformación de don Juan. El amor se
convierte en una enfermedad, idea heredada de la Edad Media y el amor cortés.
En la escena del diván, don Juan cae rendido ante los pies de doña Inés. Don
Juan se humilla ante el Comendador, ya que ve que su salvación se puede llevar
a cabo gracias al amor. El amor incondicional que doña Inés muestra por don
Juan hace que lo perdone por la muerte de su padre.
En
la segunda parte, doña Inés ofrece su alma a cambio de la salvación del alma de
don Juan. Doña Inés le pide a don Juan que se arrepienta de sus pecados, si no
lo hace doña Inés irá al infierno junto con su amado. Ella está convencida de
que se arrepentirá de sus pecados, por eso, sacrifica su salvación o su condena
eterna al arrepentimiento de don Juan. Vemos como el personaje de don Juan va
evolucionando hasta llegar a la escena final donde el cambio es casi absoluto. Finalmente
decide arrepentirse y salvarse así junto con doña Inés:
Suéltala, que si es verdad
que un punto de contrición
da a un alma la salvación
de toda una eternidad,
yo, Santo Dios, creo en Ti:
si es mi maldad inaudita,
tu piedad es infinita…
¡Señor, ten piedad de mí!
que un punto de contrición
da a un alma la salvación
de toda una eternidad,
yo, Santo Dios, creo en Ti:
si es mi maldad inaudita,
tu piedad es infinita…
¡Señor, ten piedad de mí!
Esta obra, considerada cumbre del Romanticismo,
presenta un final que para nada se espera al inicio de esta. Vemos pues que se
trata de una obra bastante moralizante tamizada por la tradición cristiana
imperante en la época. Se trata del triunfo de un amor divino. El sufrimiento
del amante se identifica con la pasión de Cristo. A doña Inés se le podría
identificar del mismo modo con la Virgen, ya que muere casta y pura sin conocer
los placeres del amor más humano y carnal. Sin embargo, resulta paradójico que
lo que conocemos de esta obra es el lado burlador y seductor de don Juan. No
pensamos en el don Juan arrepentido a los pies de doña Inés, ni en aquel sumiso
y arrepentido personaje que pide clemencia por la salvación de su alma. Tampoco
evocamos al don Juan humillado, que se pone de rodillas ante el Comendador,
sino en el don Juan seductor que mancilla la honra y la virtud de las mujeres.
Don Juan es de una naturaleza infinitamente contradictoria, al renunciar al
infierno renuncia, en gran medida, a su esencia.
Don
Juan Tenorio constituye
el drama romántico por excelencia. Supone un retorno a la Edad Media y la
revaloración de temas propios del Siglo de Oro. Se retoma la estética lopesca y
calderoniana. Don Juan Tenorio supone
una parodia clásica. En la obra observamos todos los elementos de la obra
seria, pero sin bases creíbles. Don Juan
Tenorio es una refundición de El
Burlador de Sevilla y Convidado de piedra de Tirso de Molina. El donjuán de Zorilla no pretende ser una
nueva interpretación del personaje tirsiano. El tema del honor inflexible está
representado por Gonzalo de Ulloa al igual que en los dramas calderonianos. Sin
embargo, la gran contribución de Zorrilla al Romanticismo constituye la creación
de doña Inés, que hace posible la salvación del libertino. El estilo del drama
está en armonía con el tono paródico. Una gran cantidad de elementos románticos
invaden el drama: elementos carnavalescos, peleas callejeras, apuestas,
encarcelamientos, sacrilegio, rapto, etc. La segunda parte se abre con
sepulcros, estatuas de piedra, invitación temeraria, banquete, duelos y muerte.
José Luis Braulio Benítez.
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